¿Qué nos enseña el dilema?

El Dilema del Tranvía: Cerebro, Moral y Elecciones

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Imagina por un momento que te enfrentas a una situación límite, de esas que solo existen en los experimentos mentales más audaces. Un escenario hipotético que, sin embargo, nos obliga a mirar de frente a nuestras propias convicciones más arraigadas. ¿Qué harías si tuvieras el poder, y a la vez la terrible carga, de decidir quién vive y quién muere? Esta es la esencia del famoso dilema del tranvía, un problema ético que ha cautivado a filósofos y científicos por igual, revelando aspectos fascinantes de nuestra moral humana y el funcionamiento de nuestro cerebro.

¿Cuál es la respuesta al dilema del tranvía?
El dilema del tranvía da respuesta a la pregunta de si somos responsables de las consecuencias de elegir "no hacer nada". Quien responde "sí" desviará el tranvía a la vía en la que hay una persona, pues asume que si elige "no hacer nada" sería responsable de matar a cuatro personas de más.

Desde su formulación original por la filósofa Philippa Foot y su posterior análisis por Judith Jarvis Thomson y Peter Unger, el dilema del tranvía se ha convertido en una herramienta fundamental para explorar las bases de la ética normativa. No se trata solo de un ejercicio académico; sus implicaciones resuenan en campos tan diversos como el derecho, la psicología y, crucialmente, la neurociencia.

Índice de Contenido

¿Qué es Exactamente el Dilema del Tranvía?

El escenario clásico es sencillo pero brutal: un tranvía descontrolado avanza por una vía donde hay cinco personas atadas, incapaces de moverse. Tú estás junto a una palanca que puede desviar el tranvía hacia otra vía. El problema es que en esa vía alternativa hay una sola persona también atada. La pregunta es directa: ¿Deberías accionar la palanca, causando la muerte de una persona para salvar a cinco, o no hacer nada y permitir que mueran las cinco?

Este experimento mental pone en conflicto dos intuiciones morales comunes. Una sugiere que minimizar el número de muertes es lo correcto, lo que llevaría a accionar la palanca. La otra intuye que causar activamente la muerte de una persona, incluso para un fin mayor, es inherentemente incorrecto, prefiriendo la omisión a la acción perniciosa.

La mayoría de las personas, cuando se enfrentan por primera vez a esta versión del dilema, tienden a decir que accionarían la palanca. Un estudio de Harvard citado en la información proporcionada indica que alrededor del 90% optaría por esta acción. Esto parece alinearse con una lógica consecuencialista: las consecuencias (cinco vidas salvadas frente a una perdida) dictan la acción correcta.

El Cerebro en la Encrucijada: La Perspectiva Neurocientífica

Aquí es donde la neurociencia entra en juego. Investigadores como Joshua Greene han utilizado el dilema del tranvía y sus variantes para estudiar qué partes del cerebro se activan al tomar este tipo de decisiones. Sus hallazgos sugieren que la respuesta a la versión clásica del dilema (la palanca) tiende a involucrar más las áreas cerebrales asociadas al razonamiento y el cálculo de resultados (pensamiento utilitarista). Es como si el cerebro procesara la situación de forma más abstracta, enfocándose en el número de vidas.

En contraste, como veremos con las variantes, las situaciones que implican un daño más personal y directo activan con mayor fuerza las regiones cerebrales vinculadas a las emociones y las respuestas sociales. Esto sugiere que nuestras decisiones morales no son puramente racionales; están profundamente influenciadas por respuestas emocionales automáticas. La lucha interna que muchos experimentan al considerar estos dilemas podría reflejar la tensión entre estos sistemas cerebrales: uno calculando fríamente las consecuencias y otro respondiendo con aversión emocional a la idea de causar daño directo a otro ser humano.

El estudio de cómo el cerebro procesa estos dilemas ayuda a los científicos a comprender mejor la interacción entre la emoción y la razón en la toma de decisiones morales y a evaluar hasta qué punto debemos permitir que estos factores intervengan.

Variantes que Desafían Nuestras Intuiciones

La verdadera complejidad del dilema del tranvía emerge al considerar sus múltiples variantes. Estas variaciones sutiles, a menudo propuestas por filósofos como Judith Jarvis Thomson, revelan inconsistencias en nuestras intuiciones morales y desafían explicaciones simplistas.

¿Qué haría Kant en El dilema del tranvía?
Él pensaba que las leyes debían servir para hacer “el mayor bien posible”, y esto a veces va en contra de la idea propuesta por Kant. Tomemos el dilema del tranvía como ejemplo: Kant diría que, como matar está mal, es moralmente incorrecto efectuar cualquier acción en ese sentido (como accionar la palanca).Mar 25, 2022

El Hombre Gordo en el Puente

Una de las variantes más famosas es la del "Hombre Gordo". Un tranvía se dirige hacia cinco personas. Tú estás en un puente sobre la vía. La única forma de detener el tranvía es arrojar algo muy pesado delante de él. Junto a ti hay un hombre muy gordo; la única manera de detener el tren es empujarlo desde el puente a la vía, matándolo para salvar a los cinco. ¿Deberías hacerlo?

Curiosamente, la mayoría de las personas que estaban dispuestas a accionar la palanca en el dilema original se resisten firmemente a empujar al hombre gordo. Desde una perspectiva puramente consecuencialista, ambos escenarios son idénticos: sacrificar una vida para salvar cinco. Sin embargo, la intuición moral cambia drásticamente.

¿Por qué esta diferencia? Una explicación es la distinción entre causar un daño como un efecto secundario (accionar la palanca, la muerte del uno es una consecuencia indirecta de desviar el tren) y causar un daño como parte integral del plan (empujar al hombre gordo, su muerte es el medio directo para detener el tren). Esto se relaciona con la doctrina del doble efecto, que permite una acción con efectos secundarios negativos previstos, siempre que la intención principal no sea causar ese daño. Empujar al hombre gordo parece violar esta doctrina, ya que su muerte es el medio intencionado para lograr el fin.

Otra perspectiva, como la de Thomson, sugiere que la diferencia radica en los derechos. En el caso original, la persona en la vía alternativa no tiene un derecho absoluto a no ser tocada por el tren descontrolado (aunque sí a no ser atada allí). Pero el hombre gordo tiene un claro derecho a no ser empujado de un puente.

La Vía en Bucle

Considera esta variante: el tranvía se dirige hacia cinco personas. Puedes desviarlo a una vía lateral donde hay una persona. Sin embargo, esa vía lateral forma un bucle y vuelve a unirse a la vía principal más allá de donde están las cinco personas. Si no estuviera el hombre en la vía lateral, el tren volvería a la vía principal y mataría a los cinco de todos modos. La única razón por la que desviar el tren salva a los cinco es porque el hombre en la vía lateral lo detiene con su cuerpo. ¿Deberías accionar el interruptor?

Aquí, la muerte de la persona en la vía lateral es necesaria y directa para salvar a los cinco. Esta variante difumina la distinción entre "efecto secundario" y "medio". Si accionar la palanca en el caso original es aceptable, ¿debería serlo aquí, donde la conexión causal es más explícita? Esta variante fuerza a reflexionar sobre si estamos "usando" a la persona solitaria como un medio para salvar a los demás, incluso si la acción inicial (mover la palanca) es la misma que en el caso original.

El Hombre en el Jardín

Otra variante propuesta por Unger: el tranvía se dirige hacia cinco personas. Puedes desviarlo, pero chocará con otro tranvía, ambos descarrilarán y se precipitarán colina abajo, matando a un hombre que duerme en su jardín. ¿Deberías desviarlo?

Las respuestas a esta variante a menudo se parecen más a las del Hombre Gordo que a las del dilema original. Unger argumenta que esto se debe a factores psicológicos, no a una diferencia moral objetiva. El hombre en el jardín parece totalmente ajeno, "no involucrado" en la situación original, lo que hace que causarle daño se sienta aún más incorrecto. Unger sugiere que nuestra aversión a dañar a personas "no involucradas" influye en nuestras intuiciones, pero cuestiona si este factor tiene una relevancia moral genuina.

La Variante de la Esperanza

Propuesta por Daniel Zubiria: el tranvía se dirige hacia cinco personas. Tienes dos botones. Uno desvía el tren hacia una vía con una persona (muerte segura de uno). El otro descarrila el tren, con un 50% de posibilidades de matar a todos y un 50% de posibilidades de salvar a todos. ¿Cuál deberías pulsar?

Esta variante introduce la incertidumbre y el concepto de riesgo. ¿Es moralmente preferible una acción con un mal seguro pero menor (1 muerte) o una acción con un resultado incierto pero potencialmente mejor (salvar a todos) o peor (matar a todos)? Jonás Barnaby argumenta que descarrilar podría ser ético si asumes la fiabilidad del sistema y actúas con la esperanza de un resultado mejor, trasladando parte de la responsabilidad a la infraestructura del tren.

Posiciones Filosóficas Ante el Dilema

El dilema del tranvía es un campo de batalla para las principales teorías de la ética normativa:

  • Deontología: Representada clásicamente por Immanuel Kant, se centra en el deber y las reglas morales universales, independientemente de las consecuencias. Para un deontólogo estricto, causar activamente la muerte de una persona (ya sea accionando la palanca o empujando al hombre gordo) podría ser visto como una violación de un deber moral fundamental ("No matarás"), incluso si salva más vidas. El enfoque está en la naturaleza intrínseca de la acción, no en su resultado. La dificultad surge al definir cuál es el deber primordial: ¿no matar a uno o intentar salvar a cinco?
  • Consecuencialismo: Ejemplificado por el utilitarismo (Bentham, Mill, Sidgwick), evalúa la moralidad de una acción basándose únicamente en sus consecuencias. La acción correcta es la que produce el mayor bien para el mayor número de personas. Desde una perspectiva utilitarista pura, tanto en el dilema original como en el del hombre gordo, la respuesta es clara: sacrificar una vida para salvar cinco es la opción moralmente superior porque maximiza el bienestar general (o minimiza el sufrimiento). Las variantes que cambian nuestras intuiciones (como el hombre gordo) son vistas por los consecuencialistas como evidencia de que nuestras intuiciones a veces se desvían del camino moralmente correcto.
  • Ética de la Virtud: Propugnada por Aristóteles y revivida por Philippa Foot, se centra en el carácter del agente moral y en lo que una persona virtuosa haría. No se trata tanto de reglas o consecuencias, sino de cultivar rasgos de carácter como la compasión, la justicia y la prudencia. Ante el dilema, la pregunta sería: ¿Qué acción reflejaría mejor las virtudes de una persona buena? La respuesta podría variar dependiendo de cómo se interpreten las virtudes en el contexto específico, y podría no ofrecer una regla universal aplicable a todos los casos.

Existe también el debate sobre la distinción entre "hacer" y "permitir" (acción vs. omisión). Algunos argumentan que es moralmente peor causar un mal activamente que permitir que un mal ocurra por inacción. Quienes defienden el consecuencialismo a menudo rechazan esta distinción, argumentando que la omisión de una acción que podría haber prevenido un mal también es una elección con consecuencias de las que somos responsables.

¿Cuál es la respuesta al dilema del tranvía?
El dilema del tranvía da respuesta a la pregunta de si somos responsables de las consecuencias de elegir "no hacer nada". Quien responde "sí" desviará el tranvía a la vía en la que hay una persona, pues asume que si elige "no hacer nada" sería responsable de matar a cuatro personas de más.
Posición ÉticaPrincipio FundamentalAplicación al Dilema Original (5 vs 1)
DeontologíaBasada en el deber y reglas morales (ej: no matar)Accionar la palanca podría ser incorrecto (violación del deber), o el deber de salvar vidas podría prevalecer. Depende de la interpretación del deber primordial.
Consecuencialismo (Utilitarismo)Maximizar el bienestar o minimizar el daño para el mayor númeroAccionar la palanca es correcto, ya que salva 5 vidas a costa de 1 (5 > 1).
Ética de la VirtudActuar como lo haría una persona virtuosaDepende de cómo un agente virtuoso interpretaría la situación y qué acción reflejaría mejor las virtudes (ej: compasión, justicia). No ofrece una regla universal simple.

El Dilema en el Mundo Real: Tecnología y Decisiones Críticas

Aunque parezca un experimento puramente filosófico, el dilema del tranvía tiene implicaciones muy concretas en el siglo XXI, especialmente con el avance de la tecnología autónoma y la inteligencia artificial.

Vehículos Autónomos

Los coches autónomos se enfrentarán inevitablemente a situaciones de colisión inminente donde deberán tomar decisiones éticas en fracciones de segundo. Un escenario clásico es una situación donde el coche debe elegir entre atropellar peatones (quizás cinco) o desviarse y chocar contra un muro o precipicio, poniendo en riesgo a sus ocupantes (quizás uno). ¿Cómo programamos la "moral" de estos vehículos?

¿Debería el coche autónomo priorizar siempre la vida de sus ocupantes, que son quienes lo compraron o utilizan? ¿O debería seguir un principio utilitarista, minimizando el número total de víctimas, incluso si eso significa sacrificar a sus pasajeros? La plataforma 'Moral Machine' del MIT es un ejemplo fascinante de cómo se está intentando recopilar datos a gran escala sobre las preferencias morales del público en estos escenarios, aunque las respuestas varían significativamente entre culturas.

La comisión ética del gobierno alemán sobre conducción autónoma, por ejemplo, ha dictaminado que los dilemas genuinos (vida contra vida) no pueden estandarizarse éticamente ni programarse de forma inequívoca. No debe haber una priorización basada en características personales (edad, género, etc.). Esto subraya la dificultad de traducir la complejidad del dilema del tranvía en algoritmos rígidos.

Tecnología Bélica y Drones

La tecnología bélica moderna, especialmente los drones operados a distancia, crea una distancia física y psicológica entre el operador y las consecuencias de sus acciones. Esto puede facilitar la aplicación de una lógica más puramente utilitarista ("el mal menor"), ya que la aversión emocional a causar daño directo puede ser menor. El enemigo puede ser deshumanizado, reducido a un objetivo en una pantalla.

La investigación en este campo utiliza dilemas como el del tranvía para entender cómo la distancia y la tecnología afectan la toma de decisiones morales y para intentar incorporar la "conciencia humana" en los sistemas autónomos, aunque esto plantea enormes desafíos éticos y técnicos.

Protocolos y Decisiones Profesionales

En ámbitos críticos como la medicina (código de ética médica) o el ejército (normas de enfrentamiento), existen protocolos diseñados para guiar la toma de decisiones en situaciones de vida o muerte. Estos protocolos intentan estandarizar respuestas basadas en principios éticos y legales para ayudar a los profesionales a navegar situaciones complejas y a menudo con información incompleta. Aunque no resuelven el dilema fundamental en todos los casos, proporcionan un marco para la acción responsable.

¿Dilema o Problema Moral?

Es importante distinguir entre un "dilema moral" y un "problema moral". Un problema moral es una situación que requiere una decisión ética, donde puede haber múltiples opciones y la tarea es identificar la mejor o la más correcta. Un dilema moral, en cambio, presenta una elección entre dos o más opciones, cada una de las cuales parece moralmente reprobable o indeseable de alguna manera. El dilema del tranvía es un arquetípico dilema porque ambas opciones implican la muerte de personas inocentes.

¿Qué es el experimento de psicología del problema del tranvía?
El problema del tranvía es una serie de experimentos mentales en ética, psicología e inteligencia artificial que involucran dilemas éticos estilizados sobre si sacrificar a una persona para salvar a un número mayor .

La dificultad de los dilemas radica en que no hay una solución "correcta" universalmente aceptada. Nos obligan a confrontar conflictos de valores fundamentales. ¿Es peor causar activamente un daño (incluso para un bien mayor) que permitir que un daño mayor ocurra por inacción? La respuesta a esta pregunta a menudo divide a deontólogos y consecuencialistas y está en el corazón del debate sobre la omisión de auxilio.

Los comités de ética asistencial en hospitales son ejemplos de órganos que abordan tanto problemas como dilemas morales en la práctica clínica diaria, buscando recomendaciones informadas y pluridisciplinares que consideren todos los valores en juego.

Preguntas Frecuentes sobre el Dilema del Tranvía

¿Hay una respuesta correcta al dilema del tranvía?
No, no existe una respuesta única y universalmente aceptada. El dilema está diseñado para poner a prueba y comparar diferentes teorías éticas (como el consecuencialismo y la deontología) y revelar nuestras propias intuiciones morales, que a menudo son inconsistentes entre las distintas variantes del problema.

¿Por qué la gente responde diferente al dilema de la palanca y al del hombre gordo?
Las investigaciones en neurociencia y psicología sugieren que la diferencia radica en la carga emocional y la percepción de causar daño directo. Mover una palanca es una acción más impersonal y distante de la víctima, lo que tiende a activar áreas cerebrales de razonamiento. Empujar a una persona es un acto físico y directo, lo que activa fuertemente las áreas cerebrales relacionadas con la emoción y la aversión al daño personal. Esto sugiere que nuestras decisiones morales están influenciadas tanto por el cálculo racional como por respuestas emocionales viscerales.

¿Cómo se relaciona el dilema del tranvía con los coches autónomos?
Los vehículos autónomos pueden encontrarse en situaciones de accidente inminente donde deben tomar decisiones que inevitablemente resultarán en daño. Programar estos vehículos requiere tomar decisiones éticas sobre a quién priorizar en un escenario de colisión inevitable (ej: ocupantes vs. peatones). El dilema del tranvía sirve como un modelo simplificado para explorar los principios éticos subyacentes que podrían guiar estas decisiones de programación.

¿Qué nos enseña el dilema del tranvía sobre la moral humana?
Nos enseña que nuestra moral no es un sistema simple y unificado. A menudo operamos con una mezcla de principios consecuencialistas (minimizar el daño total) y deontológicos (respetar ciertas reglas o derechos, como no causar daño directo). El dilema revela que estas intuiciones pueden entrar en conflicto y que factores psicológicos y emocionales juegan un papel crucial en cómo percibimos y respondemos a situaciones morales difíciles.

Conclusión

El dilema del tranvía, en sus múltiples formas, es mucho más que un simple acertijo filosófico. Es un poderoso experimento mental que desnuda las complejidades de nuestra toma de decisiones morales, la interacción entre la razón y la emoción en nuestro cerebro, y los desafíos éticos que surgen en la aplicación de principios morales a situaciones del mundo real, desde la medicina hasta la inteligencia artificial. No ofrece una respuesta fácil, sino que nos invita a una reflexión profunda sobre nuestros propios valores y los fundamentos de lo que consideramos correcto o incorrecto. Al explorar por qué reaccionamos de manera diferente a sus variantes, aprendemos no solo sobre ética, sino también sobre nosotros mismos.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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