¿El alma está vinculada al cerebro?

Neurociencia y el Alma: ¿Qué Dice la Ciencia?

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La pregunta sobre la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo ha intrigado a la humanidad durante siglos. Desde tiempos inmemoriales, filósofos, teólogos y científicos han debatido si existe una entidad inmaterial que nos define, o si todo lo que somos emana de nuestra estructura física. Hoy, la neurociencia ofrece una perspectiva fascinante y radicalmente diferente, anclada en el estudio del órgano más complejo conocido: el cerebro.

Desde la visión neurocientífica, el concepto de 'alma' no se refiere a una entidad trascendental o espiritual separada del cuerpo. En cambio, se entiende como el conjunto de procesos fisiológicos y cognitivos que emergen de la actividad cerebral y que, en conjunto, constituyen lo que consideramos nuestro 'yo', nuestra personalidad, nuestra conciencia, nuestros pensamientos y emociones. Es, en esencia, la suma de las funciones cerebrales que nos hacen ser quienes somos, algo que se manifiesta de manera física y observable a través del funcionamiento del sistema nervioso.

¿Qué dice la neurociencia sobre el alma?
Nos referimos al alma como el conjunto de procesos fisiológicos que el cerebro lleva a cabo para hacerte ser como cada uno es. Nada tiene que ver con el concepto de alma trascendental. Es ese conjunto de procesos que nos hacen pensar como pensamos, en definitiva, es lo que llamarían el “yo”.Jul 22, 2023
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El Alma como Proceso Cerebral: El 'Yo' Fisiológico

Según Juan Lerma, director del Centro Internacional de Neurociencias Cajal (CINC-CSIC), el término 'alma' en el contexto de la neurociencia, y particularmente como lo aborda en su libro “El cerebro y las enfermedades del alma”, se refiere precisamente a este conjunto de procesos fisiológicos que el cerebro lleva a cabo. Esta interpretación surge de la necesidad de explicar, por ejemplo, cómo enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer pueden 'matar el alma' en el sentido de que extraen lo que una persona es, su identidad, su memoria, su capacidad de razonar y sentir de la manera que lo hacía. No se trata de una desaparición mística, sino de la pérdida progresiva de las funciones cerebrales que sustentan el 'yo'.

Esta visión contrasta fuertemente con las concepciones tradicionales del alma, pero permite a la ciencia abordar aspectos fundamentales de la experiencia humana, como la conciencia, la personalidad y el comportamiento, desde una base empírica. Si el 'alma' es el 'yo' emergente de la función cerebral, entonces las alteraciones en el cerebro pueden tener un impacto directo y profundo en quiénes somos y cómo actuamos.

Evidencia Científica: Cuando el Cerebro Cambia el 'Yo'

La idea de que nuestra esencia está ligada al cerebro se apoya en abundante evidencia derivada de estudios de lesiones cerebrales, enfermedades neurológicas y experimentos controlados:

El Caso de Phineas Gage

Uno de los ejemplos más dramáticos y tempranos proviene del siglo XIX con el caso de Phineas Gage, un capataz de ferrocarril que sufrió un terrible accidente en el que una barra de metal le atravesó el cráneo, dañando gravemente sus lóbulos frontales. Sorprendentemente, Gage sobrevivió y no mostró un deterioro intelectual significativo. Sin embargo, su personalidad cambió radicalmente: de ser un hombre responsable y respetado, se volvió impulsivo, irresponsable, vulgar y caprichoso. Este caso fue fundamental para demostrar que áreas específicas del cerebro, como los lóbulos frontales, son cruciales para aspectos complejos de la personalidad y el comportamiento social. El daño físico en el cerebro alteró fundamentalmente su 'yo'.

Memoria y el Lóbulo Temporal

Otro caso paradigmático es el del paciente H.M. (Henry Molaison), a quien se le extirparon partes de sus lóbulos temporales mediales (incluido el hipocampo) para tratar su epilepsia severa. La cirugía alivió la epilepsia, pero H.M. perdió la capacidad de formar nuevas memorias a largo plazo. Aunque conservaba su personalidad y recuerdos antiguos, vivía en un presente constante, incapaz de recordar eventos recientes o reconocer a personas que conocía después de la cirugía. La memoria es un componente esencial de nuestra identidad y continuidad personal; su pérdida, causada por daño cerebral específico, subraya nuevamente la dependencia del 'yo' respecto de la función cerebral.

El Cerebro Dividido y las Esferas de Conciencia

Los experimentos de cerebro dividido, realizados por Roger Sperry (ganador del Premio Nobel), en pacientes epilépticos a los que se les había cortado el cuerpo calloso (la principal conexión entre los hemisferios cerebrales), revelaron resultados sorprendentes. Estos estudios sugirieron que, en ciertas condiciones, cada hemisferio cerebral podía operar con una conciencia o 'mente' semi-independiente. Aunque los pacientes parecían funcionar normalmente en la vida diaria, pruebas específicas mostraban que la información presentada a un hemisferio no siempre era accesible para el otro, sugiriendo la existencia de dos 'esferas de conciencia' separadas dentro del mismo cráneo. Esto plantea preguntas profundas sobre la unidad del 'yo' y su base física.

¿Qué relación hay entre alma y mente?
La mente es simplemente la proyección del alma. El alma es tu consciencia absoluta, tu fuerza vital. Aquello a través de lo cual me estás escuchando, haciéndome una pregunta y, percibiendo es la mente.

Comportamiento Anómalo y Disfunción Cerebral

La neurociencia también aborda la cuestión de los comportamientos considerados 'malos' o desviados. Desde esta perspectiva, acciones que atentan contra la preservación de la especie o la convivencia social pueden interpretarse como manifestaciones de un desarreglo o mal funcionamiento del sistema nervioso. Las técnicas de neuroimagen han mostrado diferencias en la estructura o actividad cerebral entre personas con comportamientos violentos o antisociales y aquellas consideradas 'normales'. Aunque la definición de un cerebro 'normativo' es compleja y está influenciada por factores sociales y ambientales, la evidencia sugiere que el sustrato físico cerebral juega un papel crucial en la generación del comportamiento.

Enfermedades como la epilepsia, que causa patrones de disparo neuronal anómalos que resultan en convulsiones y a veces alteraciones de la conciencia, son ejemplos claros de cómo la disfunción cerebral se manifiesta como un comportamiento anómalo. Investigaciones sobre condiciones genéticas, como la sobreexpresión de genes (ej. gen KAR en relación con autismo y Síndrome de Down), también apuntan a que desequilibrios moleculares a nivel cerebral pueden llevar a déficits cognitivos y de comportamiento, como la pérdida de memoria espacial observada en modelos de ratón.

¿Podría la Neurociencia 'Curar' el 'Alma Enferma'?

Si el 'alma' (el 'yo', la personalidad, el comportamiento) depende de la función cerebral, surge la pregunta de si es posible intervenir para 'corregir' disfunciones. La neurociencia explora esta posibilidad no desde la curación de una entidad espiritual, sino desde la modulación de los circuitos y procesos cerebrales que subyacen al comportamiento anómalo.

Experimentos históricos, como los de José Manuel Rodríguez Delgado estimulando eléctricamente el cerebro de un toro para detener su embestida, o investigaciones más recientes utilizando optogenética para activar o desactivar grupos de neuronas y alterar comportamientos agresivos en ratones, demuestran que es posible influir directamente en la conducta manipulando la actividad cerebral. La estimulación cerebral profunda y los medicamentos son ya tratamientos establecidos para modular comportamientos anómalos en condiciones como la epilepsia o los trastornos del movimiento. La investigación en genética, como la de Juan Lerma, busca entender las bases moleculares de ciertas deficiencias cognitivas con el objetivo de desarrollar terapias que puedan paliarlas en el futuro, modificando así aspectos del 'yo' que se ven afectados por la enfermedad.

El Cerebro: La Base de la Conciencia y el 'Yo'

La complejidad del cerebro es asombrosa: cien mil millones de neuronas conectadas por cien billones de sinapsis, interactuando a través de intrincadas redes neuronales y una vasta gama de reacciones químicas y eléctricas. Esta complejidad es la que, desde la perspectiva neurocientífica, da lugar a la complejidad del pensamiento, la experiencia y la conciencia humana. La conciencia misma, ese estado de ser conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno, es vista como un producto emergente de la actividad cerebral a gran escala.

¿En qué parte del cerebro se encuentra el alma?
De esta forma, Descartes fijó la sede del alma en la parte más recóndita del cerebro, es decir la glándula pineal3 (fig. 4).

Filósofos y científicos han debatido durante milenios sobre la ubicación de la mente y el alma. Desde la antigua Grecia (Hipócrates señalando el cerebro, Aristóteles el corazón) hasta las propuestas más específicas (Galeno y los ventrículos cerebrales, Descartes y la glándula pineal como el asiento del alma), la búsqueda de una localización física ha sido constante. Hoy, la neurociencia moderna, con herramientas como la resonancia magnética funcional (fMRI), muestra que funciones complejas como la percepción, el pensamiento, la memoria y la emoción involucran extensas redes neuronales distribuidas por todo el cerebro, no un único punto. La idea de que el 'yo' o el 'alma' reside en una única estructura, como el tronco encefálico (sugerido por algunos al notar que el daño irreversible aquí lleva a la muerte cerebral), es simplista ante la evidencia de la naturaleza distribuida de las funciones cognitivas superiores.

La relación entre mente y 'alma' también se ha explorado desde diversas perspectivas. Algunas visiones no neurocientíficas postulan que la mente es una proyección del alma, siendo el alma la conciencia absoluta o fuerza vital inmutable. La neurociencia, sin embargo, tiende a ver la 'mente' como el conjunto de facultades cognitivas (pensamiento, percepción, memoria, emoción, voluntad) que son producto directo de la actividad cerebral. El 'intelecto', la capacidad de juzgar y razonar, es otra función mental ligada a estructuras cerebrales específicas.

En esta compleja red de interacciones neuronales y químicas, nuestra personalidad, nuestras inclinaciones y nuestra singularidad emergen. Las técnicas modernas permiten observar las bases cerebrales de emociones como la rabia o la pena, o incluso cualidades complejas que tradicionalmente se atribuirían al 'alma', como la empatía o el altruismo, localizando su actividad en regiones cerebrales específicas como el núcleo accumbens.

Investigación Continua y el Futuro

La creación de centros como el Centro Internacional de Neurociencias Cajal subraya la importancia de continuar investigando el cerebro para comprender su funcionamiento y sus disfunciones. Atraer talento científico y técnico, a pesar de los desafíos de financiación y competitividad, es crucial para avanzar en este campo. Como decía Santiago Ramón y Cajal, "Allí donde surgen los hechos, brotan de inmediato las aplicaciones y poco importa que un descubrimiento ahora sea superfluo porque tendrá una utilidad". Esta visión sigue siendo relevante hoy, ya que la investigación básica sobre cómo se generan la conciencia, el comportamiento y la memoria es fundamental para, en el futuro, poder paliar las enfermedades que afectan a estos aspectos esenciales de nuestro 'yo'.

Preguntas Frecuentes sobre Neurociencia y el Alma

¿Define la neurociencia el alma como algo espiritual o inmaterial?

No, la neurociencia no aborda el alma como una entidad espiritual separada del cuerpo. La entiende, en un sentido funcional, como el conjunto de procesos fisiológicos y cognitivos que emergen de la actividad cerebral y que constituyen el 'yo', la personalidad y la conciencia.

¿Qué dice la neurociencia sobre el alma?
Nos referimos al alma como el conjunto de procesos fisiológicos que el cerebro lleva a cabo para hacerte ser como cada uno es. Nada tiene que ver con el concepto de alma trascendental. Es ese conjunto de procesos que nos hacen pensar como pensamos, en definitiva, es lo que llamarían el “yo”.Jul 22, 2023

¿Significa esto que somos solo nuestro cerebro?

Desde una perspectiva estrictamente neurocientífica, todo lo que experimentamos como 'ser nosotros' (pensamientos, emociones, recuerdos, personalidad) está inextricablemente ligado al funcionamiento del cerebro. El 'yo' es visto como una propiedad emergente de la compleja organización y actividad cerebral.

¿Puede el daño cerebral cambiar la personalidad o el 'yo' de una persona?

Sí, hay abundante evidencia clínica, como los casos de Phineas Gage o pacientes con demencia, que demuestra que el daño o la enfermedad en áreas específicas del cerebro pueden alterar drásticamente la personalidad, el comportamiento, la memoria y otras funciones que consideramos centrales para la identidad de una persona.

¿Dónde se localiza la conciencia o el 'yo' en el cerebro?

La investigación actual sugiere que la conciencia y el 'yo' no residen en una única estructura cerebral, sino que emergen de la actividad coordinada de extensas redes neuronales distribuidas por diferentes áreas del cerebro, particularmente en la corteza cerebral y estructuras subcorticales.

Si el comportamiento 'malo' es una disfunción cerebral, ¿es posible 'curarlo'?

La neurociencia investiga las bases cerebrales del comportamiento anómalo con el objetivo de desarrollar intervenciones (farmacológicas, estimulación cerebral, terapias génicas) que puedan modular o corregir las disfunciones subyacentes. El objetivo es paliar las alteraciones, de manera similar a como se tratan otras enfermedades neurológicas.

Conclusión

En resumen, la neurociencia ofrece una perspectiva materialista y basada en la evidencia sobre lo que tradicionalmente se ha llamado 'alma'. Lejos de ser una entidad mágica o trascendental, el 'yo', la conciencia y la personalidad son vistos como fenómenos complejos que emergen de la intrincada actividad del cerebro. Si bien aún queda mucho por descubrir sobre cómo esta actividad da lugar a la rica experiencia subjetiva humana, la investigación en neurociencia continúa desvelando los misterios de este órgano fascinante, acercándonos cada vez más a una comprensión científica de lo que significa ser humano.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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