¿Qué es el pensamiento en Neuropsicología?

¿Qué es la Persona? Un Viaje Multidisciplinar

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El concepto de persona es uno de los más profundos y multifacéticos en el pensamiento humano. Lejos de ser una simple etiqueta, encierra la esencia de lo que entendemos por un ser dotado de razón, consciente de sí mismo y poseedor de una identidad única. Aunque a menudo se asocia directamente con el individuo de la especie humana, diversas disciplinas, como la ética y el derecho, expanden esta noción para incluir entidades divinas o morales. Comprender qué es una persona implica abordar este concepto desde múltiples ángulos, principalmente filosófico, pero también sociológico y psicológico.

¿Qué se entiende por el concepto de persona?
Desde la óptica sociológica puede definirse persona como un ser sociable que vive y se desarrolla en sociedad, pero al mismo tiempo nunca deja de actuar con un carácter individual. Es decir, somos “yo” y “nosotros” al mismo tiempo.

El significado contemporáneo de "persona" tiene sus raíces más profundas en las intensas controversias teológicas de los siglos IV y V, específicamente en los debates cristológicos. Durante este periodo, las distintas escuelas teológicas se vieron en la necesidad de desarrollar herramientas conceptuales precisas para discutir y diferenciar aspectos fundamentales de su fe, particularmente en relación con el Λόγος (Logos, la Palabra) y su vínculo con Dios Padre. Para ello, recurrieron a la filosofía y adaptaron un término del teatro griego: πρόσωπον (prósôpon), que originalmente significaba 'máscara' o 'personaje teatral'. Este término fue transformado en un concepto filosófico para definir al Λόγος como una Persona divina. Posteriormente, por extensión y afinidad, el concepto de persona fue aplicado no solo al Espíritu Santo, completando la noción trinitaria, sino también a los ángeles y, crucialmente, a los seres humanos. Este origen etimológico, que proviene del latín persōna ('vida del actor' o 'personaje') y este a su vez del etrusco phersu y del griego antiguo πρóσωπον ('máscara'), sugiere una idea de rol o apariencia, que con el tiempo evolucionó hacia la noción de un ser interior y singular.

Índice de Contenido

La Persona desde la Filosofía

La perspectiva filosófica es quizás donde el concepto de persona ha sido más intensamente explorado y debatido a lo largo de la historia. La definición clásica que ha servido de punto de partida para gran parte del pensamiento occidental proviene de Boecio en el siglo VI: Rationalis naturae individua substantia, que se traduce como «sustancia individual de naturaleza racional». Esta definición subraya tres notas fundamentales: la sustancialidad (ser en sí mismo), la individualidad (ser uno y no otro) y la racionalidad (poseer razón). Para Boecio, la persona no es un nombre genérico; indica un «quién», no un «qué», destacando su carácter incomunicable, es decir, aquello que es propio y único de ese individuo.

Tomás de Aquino, influenciado por Boecio, profundizó en esta idea, refiriéndose a la persona como persona significat id quod est perfectissimum in tota natura, scilicet subsistens in rationali natura («persona significa lo más perfecto de toda la naturaleza, es decir, el subsistente de naturaleza racional»). Aquino insiste en la incomunicabilidad en el modo de existir. Para él, la distinción entre persona y naturaleza es similar a la del todo y la parte; la naturaleza es de la persona, siendo la persona la que realmente subsiste. Ser persona, en esta visión teológica-filosófica, implica una apertura a la trascendencia, a un «más allá» del mundo material, es decir, a Dios. El estudio profundo de esta noción dio origen a la Antropología filosófica.

La modernidad marcó un giro significativo, a menudo descrito como un vuelco psicológico en la concepción de persona. Influenciado por el nominalismo, este cambio se observa claramente en René Descartes, quien, aunque no usa el término "persona", centra su reflexión en el «yo» pensante (cogito). John Locke continuó en esta línea, despojando a "persona" de su carácter estrictamente metafísico. Para Locke, persona no designa un ser o modo de ser inherente, sino más bien un estado o una relación en la que se encuentra un ser, ligado a la conciencia y la identidad a lo largo del tiempo.

Immanuel Kant, por su parte, reintrodujo un elemento ontológico al definir a la persona como aquel ser que es un fin en sí mismo, poseedor de dignidad y no meramente un medio. Sin embargo, a diferencia de la tradición tomista, la apertura de la persona en Kant no es hacia la trascendencia divina, sino hacia la autonomía moral y la ley racional universal.

El existencialismo del siglo XX volvió a poner el foco en la relevancia existencial y la singularidad de la persona. Søren Kierkegaard concibió a la persona no como una entidad solipsista, sino en su relación con lo Absoluto, viendo la salida de uno mismo como una entrega a Dios a través de un «salto de fe». Martin Heidegger, en cambio, definió a la persona como Dasein («el ser-ahí»), entendida no como una cosa, objeto o sustancia, sino como una existencia que se define por su estar-en-el-mundo y su confrontación con la finitud, manifestada en el sentimiento de la angustia, y a menudo interpretada como cerrada a la trascendencia en el sentido clásico.

El siglo XX fue particularmente prolífico para el estudio de la persona, dando lugar al movimiento conocido como personalismo. Pensadores de diversas corrientes, muchos de inspiración cristiana y tomista, como Gabriel Marcel, Martin Buber, Max Scheler, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Dietrich von Hildebrand, Romano Guardini, Karol Wojtyła (Juan Pablo II) y Emmanuel Lévinas, exploraron la centralidad de la persona, su dignidad, su relacionalidad y su llamada a la comunidad. Leonardo Polo, por su parte, propuso una innovadora noción de persona como «carácter de además», ampliando los trascendentales del ser hacia una Antropología Trascendental que incluye la libertad y la coexistencia como notas personales distintas de las metafísicas.

La Persona en la Sociología

Desde una óptica sociológica, la persona es vista fundamentalmente como un ser sociable. Es un individuo que vive, se desarrolla y se constituye en el seno de una sociedad. Sin embargo, esta dimensión social no anula su carácter individual. La persona es, simultáneamente, un “yo” singular y parte de un “nosotros” colectivo. Esta dualidad resalta la interdependencia entre el individuo y el entorno social. La famosa definición aristotélica del hombre como “animal político” (o sociable, según la traducción) subraya esta naturaleza inherentemente social del ser humano, donde su pleno desarrollo solo es posible en comunidad.

La Persona desde la Fisiología

Si nos atenemos a la fisiología, la identificación de la persona es más directa y se centra en el plano biológico. Desde esta perspectiva, la persona puede entenderse como un ser o individuo perteneciente a la especie humana, un hombre o mujer. Lo que la define fisiológicamente es la posesión de un conjunto único de características físicas y biológicas que lo distinguen de otros individuos de la misma especie y, por supuesto, de otras especies. Es el organismo vivo, con su estructura genética, anatómica y funcional específica.

La Persona en la Psicología

El punto de vista psicológico aborda a la persona como un ser concreto que integra tanto sus aspectos físicos como psíquicos para conformar su carácter singular y único. La psicología se interesa por cómo la persona percibe el mundo, cómo interpreta estados de ánimo (propios y ajenos), cómo se forma el carácter y cómo se manifiesta la forma de actuar. Estudia las cualidades y facultades distintivas de la persona, como la razón (en su dimensión cognitiva y de procesamiento de información), los sentimientos (la vida afectiva) y los valores (el sistema de creencias y principios que guían su conducta). Estos elementos psíquicos, en interacción con lo físico, configuran la identidad individual.

Sin embargo, la psicología se enfrenta a notables dificultades al intentar abarcar la totalidad de lo que significa ser persona. Algunas de estas dificultades son consideradas, por ciertas corrientes, casi insalvables. La persona no es simplemente un objeto de estudio externo o una manifestación que pueda ser objetivada por completo; es más bien un manantial o una estructura de actos que emanan del ser. Tampoco es una realidad puramente fenoménica o la mera suma de cualidades observables; es una unidad singular que, en su profundidad, resulta inabarcable por métodos puramente empíricos. Además, la persona no es una formación estática y definitiva, sino un proceso dinámico y concreto que se desarrolla a lo largo de toda la vida y culmina solo con la muerte. Por último, los actos más íntimos que constituyen la realidad de la persona, especialmente aquellos que se dan de manera inmediata y concreta, como la participación amorosa o la experiencia de la libertad, a menudo no se prestan fácilmente a la reflexión psicológica tradicional.

Comparativa de Perspectivas sobre la Persona

PerspectivaConcepto ClaveEnfoque Principal
Filosofía (Clásica)Substancia individual de naturaleza racionalSer en sí mismo, incomunicabilidad, razón, trascendencia.
Filosofía (Moderna/Contemporánea)Yo consciente, fin en sí mismo, Dasein, ser relacionalConciencia, autonomía, existencia, relación, libertad, coexistencia.
SociologíaSer sociableInteracción social, rol en la comunidad, dualidad yo/nosotros.
FisiologíaIndividuo de la especie humanaCaracterísticas físicas y biológicas únicas.
PsicologíaSer concreto (físico y psíquico)Carácter singular y único, razón, sentimientos, valores, actos.

Preguntas Frecuentes (FAQ)

¿Cuál es el origen etimológico de la palabra "persona"?
Proviene del latín persōna ('máscara', 'personaje teatral'), que a su vez deriva del etrusco phersu y del griego antiguo πρóσωπον (prósôpon, 'máscara'). Inicialmente ligado a la apariencia o el rol, evolucionó para designar la identidad interior.

¿Cómo influyó la teología en el concepto de persona?
Las controversias cristológicas de los siglos IV y V fueron cruciales. Para debatir sobre el Logos y Dios Padre, se adaptó el término griego πρóσωπον para referirse a las Personas divinas, y luego se aplicó a ángeles y hombres, dándole un carácter filosófico y ontológico.

¿Cuál es la definición clásica de persona?
La definición más influyente es la de Boecio: «sustancia individual de naturaleza racional», destacando la sustancialidad, individualidad y racionalidad.

¿Cómo ve la sociología a la persona?
La define como un ser sociable que vive y se desarrolla en sociedad, manteniendo al mismo tiempo su carácter individual. Es un «yo» dentro de un «nosotros».

¿La psicología puede abarcar completamente lo que es una persona?
La psicología estudia la persona como un ser concreto con aspectos físicos y psíquicos que forman un carácter singular. Sin embargo, se enfrenta a dificultades para abordar la persona como unidad singular inabarcable, proceso dinámico y manantial de actos íntimos que no son fácilmente objetivables.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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