What is the neuroscience behind hope?

La Neurociencia de la Esperanza

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La historia de la humanidad está marcada por una capacidad innata de resiliencia. Ante los obstáculos, grandes o pequeños, hay un factor que ha sido universalmente reconocido a través de culturas y épocas: el valor de la esperanza. Tener esperanza es, en esencia, ser humano. Ha sido explorada desde diversas disciplinas, desde la teología y la filosofía hasta la literatura y las ciencias médicas. Aunque existen múltiples definiciones, una de las más aceptadas postula la esperanza como un constructo psicológico compuesto por mecanismos cognitivos.

What are the 4 components of hope?
It's not wishful thinking or simply having a positive attitude. It's a dynamic motivational system tied to an inspirational goal setting. Ross has also isolated four elements of hope including positivity, responsibility, agility, and reality.

Específicamente, Snyder (2002) definió la esperanza como la "capacidad percibida para derivar caminos hacia metas deseadas y motivarse a uno mismo, a través del pensamiento de agencia, para usar esos caminos". El pensamiento de agencia encarna la motivación para iniciar y mantener las acciones necesarias para lograr un objetivo, mientras que el "pensamiento de caminos" describe la capacidad de encontrar diferentes maneras de alcanzar esa meta. En pocas palabras, la esperanza surge de saber lo que uno quiere lograr y ser capaz de planificar cómo llegar allí.

Es importante diferenciar la esperanza de conceptos similares como el optimismo y el pensamiento positivo. El optimismo es la creencia de que todo saldrá bien al final, una creencia más pasiva sobre los resultados futuros. El pensamiento positivo puede describirse como un esfuerzo deliberado y consciente para gestionar pensamientos, emociones y creencias, enfocándose solo en la posibilidad de buenos resultados en circunstancias difíciles. La esperanza, por contraste, es un proceso activo que abarca tanto la percepción individual sobre la capacidad de planificar y elaborar estrategias, como la motivación para llevar a cabo esas estrategias de manera sostenida, inspirando así confianza y permitiendo la acción decisiva.

La esperanza no es solo una experiencia individual; también puede vivirse colectivamente, como una visión y creencia compartida de que los esfuerzos planificados pueden canalizarse para alcanzar una meta importante para el cambio. Dada la profunda influencia potencial de la esperanza a nivel individual y su efecto dominó en el colectivo, impulsado por nuestra interconexión social innata, sorprende lo limitada que es la investigación y la comprensión neurocientífica sobre el tema. Mientras que el discurso teológico y filosófico se ha centrado en su valor para el individuo y la sociedad, se ha hecho poco para estudiar prácticamente sus mecanismos en el cerebro. ¿Podría la investigación futura explorar cómo "mejorar" la esperanza para usos funcionales y aplicación en la vida de las personas y en la sociedad en general? Es un prospecto emocionante y una posible clave para abordar problemas sistémicos más amplios de salud cerebral.

Índice de Contenido

¿Dónde Reside la Esperanza en el Cerebro?

Dado que la esperanza se considera un proceso cognitivo, es razonable suponer que podría estar asociada con ciertas redes cerebrales. Hasta donde sabemos, solo dos estudios han explorado esto hasta la fecha. El primero utilizó resonancia magnética funcional en estado de reposo (rsMRI) para investigar la arquitectura cerebral funcional subyacente a la esperanza (Wang et al., 2017). La rsMRI mide la actividad cerebral espontánea en reposo. En este estudio, se examinó la relación correlacional entre la intensidad de la actividad cerebral espontánea y la esperanza (medida usando la Escala de Esperanza Disposicional; DHS).

La DHS es un cuestionario comúnmente utilizado de 12 ítems que evalúa tanto el pensamiento de agencia como el pensamiento de caminos dentro del concepto de esperanza. Los autores encontraron que niveles más altos de esperanza (pensamiento de agencia y pensamiento de caminos combinados) estaban relacionados con una menor actividad cerebral espontánea en el córtex orbitofrontal medial bilateral (mOFC). Esta región cerebral, ubicada en el lóbulo frontal, suele estar involucrada en procesos de motivación y toma de decisiones, que son elementos clave de la esperanza. El pensamiento de agencia y el pensamiento de caminos también se asociaron independientemente con una menor actividad cerebral espontánea en el mOFC en este estudio.

En un estudio separado, Wang et al. (2020) evaluaron la base neuroanatómica de la esperanza utilizando resonancia magnética estructural (sMRI). Examinaron la asociación entre los volúmenes regionales de materia gris (GMV) y la esperanza, medida también mediante la DHS. Los resultados mostraron una correlación positiva entre la esperanza y el GMV del área motora suplementaria izquierda (SMA). La SMA se encuentra en la corteza frontal dorsomedial y es responsable de programar movimientos complejos al vincular la cognición con la acción. Además, forma un conducto entre la corteza prefrontal, donde ocurre el pensamiento y la planificación de orden superior, y la corteza motora primaria, que inicia el movimiento voluntario. Dado que la SMA está involucrada en comportamientos dirigidos a objetivos, no sorprende que esta área esté implicada en la esperanza.

Curiosamente, Wang et al. (2020) no encontraron asociaciones entre el GMV y los componentes individuales de la esperanza (es decir, pensamiento de agencia vs. pensamiento de caminos). Colectivamente, estos dos estudios sugieren que la esperanza puede estar asociada con redes en la corteza frontal. Además, esta área, particularmente la corteza prefrontal, ha sido implicada en conceptos estrechamente relacionados con la esperanza, incluyendo el optimismo y el pensamiento positivo. Por ejemplo, Dolcos et al. (2016) demostraron que el optimismo se asocia con un aumento del GMV en la corteza prefrontal.

La Neuroquímica de la Esperanza: ¿Qué Neurotransmisores Podrían Estar Implicados?

A nivel de neuromoduladores y neurotransmisores, se sabe poco sobre la esperanza directamente. Sin embargo, estudios que analizan el optimismo y el pensamiento positivo han implicado en gran medida a la dopamina, un neurotransmisor conocido por sustentar la emoción humana en el mesencéfalo. La dopamina es importante en el procesamiento de la recompensa y la motivación, y puede estar involucrada en la anticipación de resultados positivos.

What is the science of hope theory?
Hope theory also considers hope to be a mindset or way of thinking about goals that supports commitment, motivation, and progress. Specifically, the theory outlines two types of thinking: pathway thinking and agency thinking, that make up the hopeful mindset.

Un estudio encontró que mejorar la función dopaminérgica de las personas aumentaba su sesgo de predicción en una dirección optimista (Sharot et al., 2012). En este estudio, a los participantes se les administró un fármaco que mejoraba la función dopaminérgica o un placebo (grupo de control), y se les pidió que proporcionaran estimaciones de su probabilidad de experimentar varios eventos adversos de la vida. Aquellos en el grupo experimental tuvieron más probabilidades de hacer predicciones optimistas que los participantes de control. Dado que la esperanza comparte componentes con el optimismo y el pensamiento positivo, hay una alta probabilidad de que la dopamina contribuya a la expresión de la esperanza. El hecho de que el sistema mesolímbico del cerebro, que regula la motivación, por ejemplo, esté compuesto por células productoras de dopamina, da crédito a este argumento.

Otros neurotransmisores como la oxitocina, la serotonina y la norepinefrina han sido implicados en la experiencia de emociones positivas y la regulación del estado de ánimo, y por lo tanto también pueden subyacer a la esperanza. La oxitocina, a menudo llamada la "hormona del amor", es conocida por estar involucrada en el vínculo social y puede asociarse con sentimientos de esperanza y optimismo en el contexto de las relaciones sociales. Se cree que la serotonina está involucrada en emociones positivas, incluida la felicidad, y tomar inhibidores de la recaptación de serotonina es una medicación efectiva para la depresión. Se piensa que puede ayudar a las personas a mantener una perspectiva esperanzadora frente a la adversidad. Además, la norepinefrina juega un papel en los sentimientos de motivación y excitación. En situaciones en las que un individuo se enfrenta a un desafío u obstáculo, la liberación de norepinefrina puede ayudar a aumentar su sentido de determinación y esperanza.

Tipos de Esperanza y Componentes

Más allá de la definición cognitiva de Snyder, otros enfoques han intentado desglosar la esperanza en elementos más manejables. Por ejemplo, el Dr. Randy Ross, autor del libro "Hope Rises", identifica cuatro componentes clave de la esperanza, viéndola como un sistema motivacional dinámico ligado al establecimiento de metas inspiradoras:

  • Positividad: No como un simple optimismo pasivo, sino como una disposición activa a buscar y construir resultados favorables.
  • Responsabilidad: La creencia en la propia capacidad para influir en los resultados y la disposición a tomar acción.
  • Agilidad: La flexibilidad para adaptarse, encontrar nuevos caminos y superar obstáculos cuando los planes iniciales fallan.
  • Realidad: La capacidad de mantener una perspectiva anclada en la realidad, diferenciando la esperanza realista del pensamiento ilusorio o la negación.

Esta perspectiva complementa la visión neurocientífica al ofrecer un marco para entender los aspectos conductuales y actitudinales de la esperanza que podrían tener correlatos neuronales.

Esperanza vs. Otros Conceptos Relacionados

Aunque a menudo se usan indistintamente, la esperanza, el optimismo y el pensamiento positivo tienen diferencias clave que influyen en cómo podrían manifestarse en el cerebro y en el comportamiento.

ConceptoDefinición ClaveEnfoque TemporalRol del IndividuoBase Cognitiva/Emocional
EsperanzaCapacidad de definir metas (qué) y trazar caminos (cómo), junto con la motivación para actuar (agencia).Futuro (dirigido a metas)Activo (planificación y acción)Cognitivo y motivacional
OptimismoCreencia general de que los resultados futuros serán positivos.Futuro (expectativa general)Pasivo (creencia)Principalmente cognitivo (expectativa)
Pensamiento PositivoEsfuerzo consciente para enfocar pensamientos en resultados favorables.Presente/Futuro (gestión de pensamientos)Activo (disciplina mental)Principalmente cognitivo (control del pensamiento)

Comprender estas distinciones es crucial tanto para la investigación psicológica como para la neurociencia, ya que sugiere que, aunque puedan compartir algunas bases neuronales (como las regiones prefrontales implicadas en la cognición y la planificación), cada constructo podría activar circuitos o patrones de actividad ligeramente diferentes.

Necesidad de Investigación Futura en Neurociencia de la Esperanza

Dado que solo existen dos estudios de neuroimagen que evalúan las bases estructurales y funcionales de la esperanza, y ningún estudio examina la esperanza a nivel neuromodulador o celular, se necesita desesperadamente más investigación en estas áreas. Por ejemplo, la resonancia magnética funcional (fMRI) podría examinar los patrones de conectividad funcional de las regiones cerebrales que pueden subyacer a la esperanza. Dicha investigación también podría explorar regiones cerebrales adicionales involucradas en la motivación (como la amígdala y la corteza cingulada anterior) y la planificación (como el colículo superior y la corteza parietal), ya que estas también pueden estar involucradas en la esperanza.

Además, dado que ambos estudios de neuroimagen tuvieron un diseño correlacional, no podemos sacar conclusiones causales sobre los neurocircuitos de la esperanza. Por lo tanto, se necesitan estudios con diseños longitudinales e intervencionales. Un paso importante para futuros estudios sería desarrollar paradigmas de investigación, como enfoques basados en tareas para la esperanza, y explorar medidas o biomarcadores más directos de la esperanza. Esto permitiría una investigación más objetiva del constructo de la esperanza y ampliaría su aplicación a otras áreas de investigación.

Comprender la base neurobiológica de la esperanza también se vuelve crítico en este momento, a medida que conceptualizamos modelos de enfermedades mentales basados en síntomas hacia una comprensión más dimensional y transdiagnóstica de la psicopatología. Por ejemplo, utilizando marcos como los Criterios de Dominio de Investigación (RDoC), que abarcan los avances en neurociencia y tecnología. Los paradigmas de esperanza basados en tareas también podrían usarse en estudios que miden los niveles de neurotransmisores para comprender cómo pueden correlacionarse. Si la investigación futura puede desentrañar los mecanismos y circuitos alrededor de la esperanza en el cerebro, ¿podría esto aprovecharse como una intervención más poderosa que los agentes farmacológicos? Aunque la evidencia actual en esta área es limitada, es un área de investigación científica que vale la pena considerar. La investigación futura para desarrollar intervenciones basadas en evidencia que se dirijan específicamente a la esperanza a lo largo de la vida podría convertirse en una intervención poderosa.

What is the neuroscience behind hope?
Other neurotransmitters such as oxytocin, serotonin, and norepinephrine have been implicated in experiencing positive emotions and mood regulation, and thus may also underlie hope.Jun 30, 2023

La Esperanza Como Herramienta Para Promover la Salud Cerebral

La Organización Mundial de la Salud reconoce la salud cerebral como un estado que abarca dominios cognitivos, sensoriales, socioemocionales, conductuales y motores. Independientemente de la presencia o ausencia de enfermedades relacionadas con el cerebro, lograr un nivel óptimo de salud cerebral permite el éxito a lo largo de la vida. Por ejemplo, una revisión reciente destaca cómo componentes específicos de la desesperanza podrían considerarse un objetivo clínico para la intervención, ya que mejora la flexibilidad y adaptabilidad psicológica.

Además, la naturaleza individual y colectiva de la esperanza hace que valga la pena investigar más a fondo su potencial como una "herramienta" de mayor alcance. La esperanza como "herramienta" podría ayudar a lograr este objetivo para individuos, comunidades y sociedades, ejercida como un tipo de entrenamiento cognitivo a través de su uso en tecnología, artes, medios y educación. Postulamos que si la esperanza puede desarrollarse a lo largo de la vida, o posiblemente integrarse en productos de consumo y contenido basado en el usuario para el mercado comercial, quizás pueda ser un gran contribuyente estratégico a la prevención de la salud cerebral y a una mejor vida.

Por ejemplo, los pacientes y sus familias a menudo quedan devastados después del diagnóstico de afecciones de salud cerebral como la demencia, activando una sensación de fatalidad que puede llevar a la ansiedad, la pérdida y la desesperación. Se han mostrado mayores tasas de mortalidad entre los cuidadores de personas mayores con afecciones discapacitantes, y la desesperanza ha demostrado predecir la mortalidad en adultos mayores. En estos casos, infundir esperanza podría utilizarse para mejorar las experiencias de pacientes y familias. Si bien las intervenciones psicológicas como la terapia cognitivo-conductual y el asesoramiento de apoyo son intervenciones efectivas para la depresión, donde la desesperanza es una característica clínica común, desentrañar los mecanismos de la esperanza y su base neurobiológica ofrece el potencial para desarrollar intervenciones dirigidas específicamente al uso de la esperanza en un entorno clínico.

Aplicaciones Potenciales de la Esperanza

En los últimos años ha habido una gran cantidad de aplicaciones de salud mental para "terapia sobre la marcha", y aunque la evidencia sobre su eficacia clínica es limitada, se han vuelto increíblemente populares entre los consumidores y se utilizan cada vez más como complemento. ¿Podrían las futuras aplicaciones digitales inspirarse en la investigación sobre la esperanza de manera similar a las aplicaciones de mindfulness y meditación, para animar a sus usuarios a desarrollar la esperanza? Se podrían imaginar ejercicios de entrenamiento cognitivo, sesiones guiadas y la responsabilidad de las notificaciones push para fomentar el uso regular e infundir esperanza y mejorar la salud cerebral del usuario.

¿Podría la esperanza ser algo que se mejora con la práctica diaria, como el mindfulness? Y si es así, ¿proporcionaría cambios emocionales y fisiológicos positivos en la mente del usuario a largo plazo? En este momento, se requiere investigación futura para comprender qué componentes podrían abordarse de manera más efectiva para mejorar la esperanza realista, que es el equilibrio entre la falsa esperanza (negación de que las circunstancias han cambiado con una enfermedad/condición) y la falsa desesperanza (incapacidad de tener esperanza en un futuro alternativo).

Las artes, incluidas las artes visuales, la música y la danza, pueden utilizarse para cultivar la esperanza, dado que son una forma poderosa de conectar a las personas, sanar y encontrar alegría. A través de las artes, las personas pueden expresarse, construir resiliencia y fomentar el cambio positivo. Por ejemplo, las personas con enfermedad de Parkinson experimentaron beneficios en la calidad de vida y el bienestar después de participar en clases de baile, y esto se asoció con una mejora de la función cognitiva. ¿Es posible que estos pacientes también experimentaran un aumento de la esperanza y esto contribuyera a los cambios positivos en la salud cerebral? Si es así, la esperanza a través de las artes podría utilizarse para aprovechar el cambio en la salud cerebral en pacientes con trastornos neurodegenerativos.

Los medios de comunicación también podrían desempeñar un papel más importante en el desarrollo de la esperanza para la salud cerebral. El cine y la televisión comerciales, el periodismo impreso y de radiodifusión, así como los medios digitales o sociales, a menudo se basan en temas de esperanza en sus narrativas. Los conflictos dentro de estas historias están plagados de obstáculos que los sujetos o protagonistas deben superar a lo largo de sus viajes, para los cuales la esperanza es un arma táctica de supervivencia. Sin embargo, rara vez estas industrias curan contenido de manera consciente de la esperanza que anime a los espectadores a llevar las lecciones aprendidas fuera de la pantalla a sus propias vidas. Equipados con un mayor conocimiento de la importancia de la esperanza para la salud cerebral y su potencia, estos creadores y proveedores de contenido podrían convertirse en agentes de cambio más responsables en la vida de sus muchos consumidores globales.

La educación proporciona conocimiento y habilidades para perseguir metas y superar desafíos, impulsando cambios neuroplásticos en el cerebro que mejoran la conectividad general y la salud cerebral. Por lo tanto, la educación podría ser fundamental para establecer primero un sentido de esperanza y posteriormente construir esperanza dentro del individuo. Para lograrlo, se necesitarían establecer nuevas pedagogías centradas en la esperanza y podrían utilizarse en diversos entornos, ya sea en la educación formal, la formación profesional o las iniciativas de bienestar en el lugar de trabajo. La difusión de la esperanza como herramienta educativa a través de todas las modalidades de intercambio de información podría resultar en un cambio de comportamiento a nivel comunitario, que luego podría fluir hacia cambios estructurales a nivel de políticas locales y nacionales.

What part of your brain controls hope?
However, numerous prior studies regarding hope-related variables have indicated that brain areas involved in hope may reside in the prefrontal cortex (PFC). Specifically, higher hope is found to be related to lower neuroticism and higher extraversion in the 'big five' personality model (Day et al., 2010, Halama, 2010).

Preguntas Frecuentes sobre la Esperanza y el Cerebro

A medida que la investigación sobre la neurociencia de la esperanza avanza, surgen preguntas comunes:

¿Es la esperanza solo "pensar positivamente"?

No. Como se mencionó, la esperanza es un proceso más activo que implica identificar metas claras y planificar cómo alcanzarlas (pensamiento de caminos), además de tener la motivación y la creencia en la propia capacidad para actuar (pensamiento de agencia). El pensamiento positivo es más una disciplina mental para enfocar los pensamientos en resultados favorables, mientras que el optimismo es una expectativa general sobre el futuro. La esperanza combina cognición, planificación y motivación.

¿Se puede "aumentar" la esperanza?

La investigación sugiere que la esperanza es un constructo que puede ser cultivado y fortalecido. Al ser un proceso cognitivo y motivacional, las estrategias que mejoran la capacidad de establecer metas, planificar y mantener la motivación podrían, en teoría, aumentar los niveles de esperanza. Las aplicaciones propuestas en tecnología, artes, medios y educación sugieren posibles vías para lograrlo, aunque se necesita más investigación para validar estas intervenciones.

¿Cómo se relaciona la esperanza con la resiliencia?

La esperanza es un componente clave de la resiliencia. La resiliencia es la capacidad de recuperarse de la adversidad. La esperanza proporciona el motor motivacional (agencia) y la hoja de ruta (caminos) necesarios para navegar a través de los desafíos y creer en la posibilidad de un resultado mejor, lo cual es fundamental para superar las dificultades.

¿La falta de esperanza (desesperanza) afecta el cerebro?

Sí. La desesperanza es un síntoma común en condiciones como la depresión y se ha asociado con resultados de salud negativos, incluida una mayor mortalidad. Aunque la investigación directa sobre cómo la desesperanza afecta los circuitos neuronales es limitada, se sabe que la depresión y la ansiedad, a menudo asociadas con la desesperanza, implican cambios en la estructura y función de regiones cerebrales como la corteza prefrontal, la amígdala y la corteza cingulada.

¿Qué regiones cerebrales están más implicadas en la esperanza?

Los estudios iniciales sugieren que la corteza frontal, particularmente el córtex orbitofrontal medial (mOFC) y el área motora suplementaria (SMA), están asociadas con la esperanza. Estas áreas están involucradas en la motivación, la toma de decisiones, la planificación y la vinculación de la cognición con la acción. La corteza prefrontal en general, implicada en funciones ejecutivas y relacionada con conceptos como el optimismo, también se considera relevante.

Consideraciones Finales

En este artículo, hemos descrito una potencial base neurobiológica de la esperanza como proceso cognitivo, postulado direcciones de investigación futuras y, lo más importante, explorado varias estrategias para su posible aplicación en la salud cerebral. Aunque existe una naturaleza hipotética en el concepto de esperanza y sus usos aquí presentados, es necesario avanzar en la exploración de su realización, independientemente del escepticismo.

Un desafío global emergente recae sobre la sociedad en forma de una población que envejece con una mayor incidencia de demencia y otras enfermedades cerebrales. Los esfuerzos de salud pública para la detección temprana y la investigación en pruebas basadas en biomarcadores están dando como resultado diagnósticos más afirmativos antes de que se identifiquen con éxito curas farmacológicas escalables. Esto significa que es necesario replantear la salud cerebral lo antes posible, y hacerlo desde una perspectiva de esperanza realista puede construir la resiliencia necesaria para que individuos, familias, comunidades y sociedades aborden los grandes desafíos que se avecinan.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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