¿Qué son las neurociencias de la conducta?

MRI: La Revolución en Neurociencia

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El cerebro humano, esa intrincada red de miles de millones de neuronas, ha sido durante siglos uno de los mayores enigmas para la ciencia. Comprender cómo funciona, cómo procesa la información, genera pensamientos y emociones, y cómo se ve afectado por las enfermedades, ha requerido herramientas que nos permitan mirar dentro de su compleja estructura sin dañarla. A lo largo de la historia de la neurociencia, diversas técnicas han intentado asomarse a este universo, pero pocas han tenido un impacto tan profundo y transformador en la era moderna como las técnicas de imagen basadas en la Resonancia Magnética.

¿Qué es la neurofisiología molecular?
La neurociencia molecular y celular utiliza técnicas de imagen, bioquímica, genética y biología celular para estudiar las interacciones entre las distintas moléculas que intervienen en los procesos neurológicos y los mecanismos celulares que subyacen a la comunicación neuronal.

Si bien otras técnicas como la electroencefalografía (EEG) o la tomografía por emisión de positrones (PET) ofrecieron valiosas perspectivas sobre la actividad eléctrica o metabólica del cerebro, fue la llegada y el desarrollo de la Resonancia Magnética (MRI, por sus siglas en inglés) y, crucialmente, de la Resonancia Magnética Funcional (fMRI), lo que proporcionó una ventana sin precedentes a la anatomía detallada y a la actividad funcional del cerebro *in vivo* y de forma no invasiva en seres humanos.

Índice de Contenido

¿Qué es la Resonancia Magnética (MRI)?

La MRI es una técnica de imagen médica que utiliza potentes campos magnéticos, gradientes de campo magnético y ondas de radiofrecuencia para generar imágenes detalladas de los órganos y tejidos del cuerpo, incluido el cerebro. A diferencia de las radiografías o la tomografía computarizada (CT), la MRI no utiliza radiación ionizante, lo que la hace segura para su uso repetido.

El principio básico se basa en el comportamiento de los núcleos de hidrógeno (protones), que son abundantes en las moléculas de agua de nuestros tejidos, cuando se exponen a un campo magnético intenso. Estos protones se alinean con el campo magnético. Cuando se aplica un pulso de radiofrecuencia, los protones absorben energía y cambian su alineación. Al cesar el pulso, liberan esta energía al volver a su estado original, emitiendo señales de radio que son detectadas por la máquina de MRI. La velocidad a la que los protones liberan energía (llamada tiempo de relajación, T1 y T2) varía según el tipo de tejido. Esta diferencia permite construir imágenes con un contraste excepcional entre distintas estructuras, como la materia gris, la materia blanca, el líquido cefalorraquídeo, los huesos, etc.

La MRI estructural ha sido fundamental para visualizar la anatomía del cerebro con una resolución mucho mayor que las técnicas previas. Permite detectar anomalías estructurales como tumores, lesiones por accidente cerebrovascular, malformaciones o atrofia asociada a enfermedades neurodegenerativas. Ha sido indispensable para mapear la anatomía cerebral de individuos sanos y estudiar las diferencias anatómicas entre poblaciones o en el transcurso del desarrollo y el envejecimiento.

La Revolución de la Resonancia Magnética Funcional (fMRI)

Si la MRI estructural nos mostró la arquitectura del cerebro, la fMRI nos permitió empezar a ver el cerebro en acción. Desarrollada a principios de la década de 1990, la fMRI se basa en el principio de que la actividad neuronal está acoplada al flujo sanguíneo y al metabolismo cerebral. Cuando una región del cerebro se vuelve más activa, aumenta el flujo sanguíneo a esa área para suministrar más oxígeno y glucosa.

La fMRI detecta estos cambios en el flujo sanguíneo midiendo una señal conocida como BOLD (Blood-Oxygen-Level Dependent) o dependiente del nivel de oxígeno en sangre. La hemoglobina, la molécula de los glóbulos rojos que transporta oxígeno, tiene propiedades magnéticas diferentes dependiendo de si está unida al oxígeno (oxihemoglobina) o no (desoxihemoglobina). La desoxihemoglobina es paramagnética y distorsiona ligeramente el campo magnético local, afectando la señal de MRI. Cuando una región cerebral aumenta su actividad, el aumento del flujo sanguíneo excede la demanda de oxígeno, lo que resulta en una disminución relativa de la concentración de desoxihemoglobina en esa área. Esta reducción se detecta como un pequeño aumento en la señal de fMRI.

Al presentar a los participantes tareas cognitivas (como recordar palabras, tomar decisiones, ver imágenes, escuchar sonidos) dentro del escáner de MRI, los investigadores pueden identificar qué áreas del cerebro muestran un aumento en la señal BOLD, indicando un aumento en la actividad neuronal asociada a esa tarea. Esto ha permitido mapear las funciones cognitivas a regiones cerebrales específicas con una resolución espacial de milímetros.

Impacto en la Neurociencia Moderna

La fMRI ha sido verdaderamente transformadora para la Neurociencia Cognitiva y la neurociencia de sistemas por varias razones:

  • Estudio No Invasivo en Humanos: Permitió estudiar la función cerebral en personas sanas mientras realizaban tareas complejas, algo difícil o imposible con técnicas previas que requerían procedimientos invasivos o se limitaban a estudios en animales.
  • Mapeo Funcional: Ha permitido identificar las redes neuronales implicadas en una vasta gama de funciones cognitivas, desde la percepción sensorial (vista, oído, tacto) hasta procesos superiores como el lenguaje, la memoria, la atención, las emociones, la toma de decisiones y la conciencia.
  • Conectividad Cerebral: Más allá de identificar áreas activas de forma aislada, la fMRI (especialmente la fMRI en estado de reposo) ha sido crucial para estudiar cómo se comunican entre sí las diferentes regiones cerebrales, revelando las redes de Conectividad Cerebral funcional que subyacen al comportamiento y la cognición. Comprender cómo estas redes están organizadas en estado de reposo o cómo se reconfiguran durante las tareas ha abierto nuevas vías para entender el cerebro sano y enfermo.
  • Investigación de Trastornos Neurológicos y Psiquiátricos: La fMRI ha proporcionado nuevas perspectivas sobre las bases neurales de trastornos como la depresión, la esquizofrenia, el autismo, el Alzheimer, el Parkinson y las lesiones cerebrales traumáticas, al permitir comparar los patrones de actividad y conectividad en pacientes frente a controles sanos.
  • Neurociencia Traslacional: Ha facilitado la conexión entre la investigación básica y la práctica clínica, ayudando a entender los mecanismos de las enfermedades, evaluar la efectividad de tratamientos y, en algunos casos, planificar cirugías cerebrales (mapeo prequirúrgico).

Comparación con Otras Técnicas de Imagen Cerebral

TécnicaQué MideResolución EspacialResolución TemporalInvasividad
MRI (Estructural)Anatomía, Estructura TejidosAlta (sub-milimétrica)N/A (imagen estática)No invasiva
fMRI (Funcional)Actividad Neural (indirecta vía BOLD)Moderada-Alta (~1-3 mm)Baja (~1-2 segundos)No invasiva
PETMetabolismo, Flujo Sanguíneo, Receptores Neurotransmisores (usando trazadores radiactivos)Moderada (~4-8 mm)Baja (minutos)Mínimamente invasiva (inyección de trazador)
EEGActividad Eléctrica NeuronalBaja (centímetros)Muy Alta (milisegundos)No invasiva
MEGCampos Magnéticos generados por actividad eléctricaModerada (milímetros a centímetros)Muy Alta (milisegundos)No invasiva
CTDensidad de Tejidos (principalmente huesos, contraste grueso en tejidos blandos)Moderada (milímetros)N/A (imagen estática)Invasiva (radiación ionizante)

Como se observa en la tabla, cada técnica tiene sus fortalezas. El EEG y el MEG ofrecen una excelente resolución temporal, crucial para estudiar la velocidad de procesamiento cerebral. El PET permite estudiar procesos metabólicos o la distribución de receptores específicos. Sin embargo, la Resonancia Magnética, en sus variantes estructural y funcional, ofrece el mejor equilibrio entre resolución espacial y no invasividad para el estudio detallado de la anatomía y la función cerebral en humanos, lo que la catapultó como herramienta fundamental en la neurociencia moderna.

Preguntas Frecuentes sobre fMRI

¿Qué es la señal BOLD?

La señal BOLD (Blood-Oxygen-Level Dependent) es la base de la fMRI. Mide cambios sutiles en las propiedades magnéticas de la sangre (específicamente, la relación entre oxihemoglobina y desoxihemoglobina) que reflejan variaciones en el flujo sanguíneo cerebral asociadas con la actividad neuronal. Un aumento en la actividad neuronal local conduce a un aumento desproporcionado del flujo sanguíneo, lo que reduce la concentración relativa de desoxihemoglobina y aumenta la señal BOLD.

¿Puede la fMRI 'leer la mente'?

No, la fMRI no puede 'leer pensamientos' en el sentido de descifrar contenido mental específico como palabras o imágenes exactas que una persona está pensando. Lo que hace es identificar patrones de actividad cerebral (qué áreas están más o menos activas, cómo se conectan) que están correlacionados con ciertos estados cognitivos, emocionales o perceptuales. Los investigadores pueden, en algunos casos, entrenar algoritmos para predecir qué tipo de estímulo (por ejemplo, ver una cara vs una casa) está experimentando alguien basándose en su patrón de actividad fMRI, pero esto está lejos de una 'lectura de mente' completa o precisa.

¿Es segura la fMRI?

Sí, la fMRI es generalmente muy segura ya que no utiliza radiación ionizante. Sin embargo, debido a los potentes campos magnéticos, existen precauciones importantes. Personas con implantes metálicos (marcapasos, ciertos tipos de clips quirúrgicos, implantes cocleares, etc.) generalmente no pueden someterse a un escaneo de MRI/fMRI. El entorno del escáner también requiere que no se introduzcan objetos metálicos. El ruido fuerte dentro del escáner requiere protección auditiva.

¿Cómo se utiliza la fMRI en la clínica?

Aunque su principal aplicación ha sido la investigación, la fMRI se utiliza clínicamente, por ejemplo, en la planificación prequirúrgica para mapear áreas funcionales importantes (como las del lenguaje o el movimiento) cerca de tumores o lesiones que necesitan ser extirpadas, ayudando a los cirujanos a evitar dañar estas áreas críticas. También se investiga su uso como biomarcador en trastornos neurológicos y psiquiátricos.

Conclusión

La Resonancia Magnética, tanto en su forma estructural como, de manera particularmente impactante, en su variante funcional (fMRI), ha sido la herramienta fundamental que impulsó la neurociencia moderna a niveles sin precedentes. Nos ha permitido pasar de estudiar el cerebro principalmente a través de lesiones o de forma post-mortem a observarlo en acción en personas vivas y sanas. Esta capacidad de mapear la función cerebral, estudiar la conectividad y explorar las bases neurales de la cognición y los trastornos ha revolucionado nuestra comprensión de la mente humana y continúa siendo una piedra angular en la investigación del cerebro.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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