¿Cuál es la ciencia cerebral detrás de la esquizofrenia?

¿Qué dice la Neurociencia sobre Esquizofrenia?

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La esquizofrenia es un trastorno mental complejo que ha sido objeto de estudio intenso por parte de la neurociencia. Los avances recientes en técnicas de investigación, como la neuroimagen y la biología molecular, han permitido una comprensión más profunda de las bases biológicas subyacentes a esta condición, aunque aún queda mucho por descubrir.

Históricamente, la comprensión de las psicosis, incluyendo lo que hoy llamamos esquizofrenia, ha evolucionado significativamente. Desde la noción antigua de 'locura' como un trastorno general de las funciones intelectuales, se pasó a clasificaciones más específicas en el siglo XIX, influenciadas por la psicología de las facultades. Figuras como Kraepelin y Bleuler fueron fundamentales en la delimitación y descripción del trastorno, aunque con enfoques distintos. Kraepelin enfatizó el curso y pronóstico de la enfermedad, mientras que Bleuler acuñó el término 'esquizofrenia' y se centró en una descripción clínica detallada.

¿Qué falta en el cerebro cuando hay esquizofrenia?
Las personas con esquizofrenia tienen un desequilibrio de las químicas del cerebro (el serotonin y la dopamina) los cuales son neurotransmisores. Estos neurotransmisores permiten a las células de los nervios en el cerebro que se envíen mensajes unos a otros.

La esquizofrenia es una enfermedad relativamente común, con una incidencia de 30 por cada 100,000 personas por año y un riesgo de vida de aproximadamente 0.9%. Las estadísticas sugieren que no hay una diferencia clara en la prevalencia entre sexos, aunque en los varones tiende a manifestarse a una edad más temprana. La mortalidad en personas con esquizofrenia está aumentada, siendo el suicidio una causa importante en un 10-15% de los casos.

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Hallazgos Neurobiológicos: La Estructura y Función Cerebral

Las investigaciones en neuroimagen han revelado ciertas particularidades en la estructura cerebral de personas con esquizofrenia. Se ha observado un agrandamiento estadísticamente significativo de los ventrículos laterales y del tercer ventrículo. Aunque el significado fisiopatológico exacto de este hallazgo no está completamente claro, sugiere cambios en el volumen de otras estructuras cerebrales.

Además de los ventrículos, se ha postulado una reducción en el flujo sanguíneo y en la actividad metabólica del lóbulo frontal, un fenómeno conocido como hipofrontalidad. Esta hipofrontalidad podría estar relacionada con el compromiso de las funciones ejecutivas, que son cruciales para la planificación, toma de decisiones y comportamiento dirigido a metas. El texto menciona que los lóbulos temporales, y en particular el hipocampo en el hemisferio dominante, también muestran atrofia, con pérdida celular y de conexiones neuronales. Estos hallazgos estructurales sugieren un compromiso funcional y estructural de áreas cerebrales clave en la esquizofrenia.

La Neuroquímica de la Esquizofrenia: Enfoque en la Dopamina

Entre los diversos mensajeros neuroquímicos del cerebro, la dopamina ha sido señalada como un actor principal en la esquizofrenia. La hipótesis dopaminérgica sugiere un estado hiperdopaminérgico, posiblemente reflejando un aumento en la sensibilidad de los receptores D2. Esta idea se apoya en varios tipos de evidencia:

  • Estudios post-mortem que muestran un aumento en la afinidad o número de receptores D2 en ciertas áreas cerebrales.
  • Marcadores comportamentales, como el parpadeo espontáneo, que se correlaciona con la actividad dopaminérgica y aparece aumentado en la esquizofrenia.
  • La farmacología de los antipsicóticos (antes llamados neurolépticos), que son eficaces en el control de los síntomas psicóticos y actúan bloqueando los receptores dopaminérgicos.

Además de la dopamina, el texto menciona que se cree que personas con esquizofrenia pueden tener desequilibrios en otros neurotransmisores, como la serotonina y el glutamato. Estos desequilibrios podrían afectar la forma en que el cerebro procesa la información sensorial, lo que podría explicar la sobrecarga que experimentan algunos pacientes y la aparición de alucinaciones o delusiones.

Genética y Heredabilidad: Una Vulnerabilidad Compleja

La esquizofrenia es considerada una enfermedad cerebral multifactorial y multigenética. Esto significa que no es causada por un solo gen, sino por una combinación de varios genes que, al interactuar con factores ambientales, crean una predisposición genética o vulnerabilidad significativa a desarrollar el trastorno.

La evidencia de la fuerte base genética proviene de diversos estudios:

  • Estudios de gemelos: Los gemelos univitelinos (idénticos), que comparten el 100% de sus genes, muestran una concordancia (la probabilidad de que si uno tiene la enfermedad, el otro también la tenga) de entre 30% y 50%. En gemelos bivitelinos (no idénticos), que comparten aproximadamente el 50% de sus genes, la concordancia es mucho menor, alrededor del 12%.
  • Estudios de familias: El riesgo de desarrollar esquizofrenia es del 0.9% en la población general. Sin embargo, este riesgo aumenta significativamente en parientes de primer grado (padres, hijos, hermanos) de una persona afectada, alcanzando aproximadamente el 10%. Si ambos padres tienen la enfermedad, el riesgo para los hijos supera el 40%.
  • Estudios de adopción: Investigaciones clásicas han demostrado que los hijos de padres biológicos con esquizofrenia, incluso si son adoptados y criados en familias sin antecedentes de la enfermedad, tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollarla que los hijos adoptados de padres sin el trastorno.

En cuanto a si la esquizofrenia es hereditaria de padre o madre, los genes asociados al riesgo pueden ser transmitidos por cualquiera de los progenitores. La herencia genética es aleatoria y depende de la combinación de genes que el hijo reciba, no del género del progenitor.

Si bien la genética juega un papel crucial, no lo es todo. La presencia de la combinación de genes de riesgo no garantiza el desarrollo de la enfermedad. Se necesita la interacción con otros factores.

Factores Ambientales y Desencadenantes

La predisposición genética puede ser activada por factores ambientales. El texto menciona varias posibilidades:

  • Infecciones virales: Algunas teorías sugieren que la exposición a ciertos virus durante el desarrollo fetal o en la infancia temprana podría aumentar el riesgo. Se ha investigado, por ejemplo, la asociación entre infecciones virales invernales en la madre durante el embarazo y un mayor riesgo en el hijo, aunque la evidencia es compleja.
  • Complicaciones en el embarazo y parto: Factores como el parto prematuro, bajo peso al nacer o la asfixia durante el parto podrían alterar sutilmente el desarrollo cerebral y aumentar la vulnerabilidad.
  • Estrés: Las situaciones estresantes (duelo, pérdida de empleo, fin de una relación, abuso) pueden actuar como desencadenantes en personas genéticamente vulnerables.
  • Consumo de sustancias: El uso de drogas como el cannabis, la cocaína, el LSD o las anfetaminas también puede precipitar episodios psicóticos, especialmente en individuos predispuestos.

La Patogénesis: Conectando Genes, Cerebro y Síntomas

La neurociencia sugiere que la esquizofrenia resulta de cambios patológicos en la organización cerebral, principalmente en los lóbulos frontales y temporales, así como en los ganglios de la base. Estos cambios podrían originarse por defectos genéticos que afectan el desarrollo neuronal o por daños tempranos (congénitos) causados por factores ambientales como virus. La hipótesis hiperdopaminérgica intenta explicar parte de los síntomas psicóticos.

Sin embargo, el enigma de cómo estas alteraciones cerebrales se traducen en la rica y a menudo desconcertante sintomatología de la esquizofrenia (como las alucinaciones y delusiones) sigue siendo un misterio activo de investigación. Se ha sugerido que los síntomas positivos podrían estar más relacionados con patología del lóbulo temporal, mientras que los síntomas negativos podrían tener su asiento en el lóbulo frontal.

Los déficits neuropsicológicos, como los problemas de atención, memoria y función ejecutiva, son comunes en la esquizofrenia y se correlacionan con las alteraciones en los lóbulos frontal y temporal. Estos déficits contribuyen significativamente a las dificultades psicosociales que enfrentan los pacientes.

Clasificación y Síntomas desde una Perspectiva Neurocientífica

Las clasificaciones diagnósticas, como el DSM-IV y la CIE-10, describen diversos subtipos de esquizofrenia basándose en la presentación clínica (paranoide, desorganizado, catatónico, indiferenciado, residual). Aunque estas clasificaciones son útiles para el diagnóstico clínico y la investigación, la neurociencia busca entender si estos subtipos corresponden a perfiles neurobiológicos distintos.

¿Qué dice la neurociencia de la esquizofrenia?
Se ha encontrado evidencia de que los pacientes con esquizofrenia tienen niveles reducidos de glutamato en ciertas áreas del cerebro, lo que podría explicar los síntomas negativos de la enfermedad (apatía, anhedonia, etc.). El glutamato es el principal sistema de neurotransmisión excitatorio en el cerebro.

Una clasificación propuesta por T. Crow intentó vincular la clínica con la fisiopatología, distinguiendo entre:

CaracterísticaEsquizofrenia Tipo 1Esquizofrenia Tipo 2
Síntomas PrincipalesPositivos (delusiones, alucinaciones)Negativos (aplanamiento afectivo, abulia, pobreza del habla)
PronósticoGeneralmente mejorGeneralmente peor (tiende a la cronicidad)
Actividad DopaminérgicaAumento (en ganglios de la base)Reducción (generalizada)
Cambios EstructuralesPocos o ninguno detectables por TACAgrandamiento de ventrículos, atrofia cortical
Posible CausaDesregulación neuroquímica (dopamina)Posiblemente secuela de patología adquirida (viral, neurodesarrollo)

Esta clasificación, aunque debatida, resalta la posible distinción neurobiológica entre diferentes presentaciones de la enfermedad, vinculando los síntomas positivos a alteraciones dopaminérgicas y los negativos a cambios estructurales y funcionales más amplios, especialmente en el lóbulo frontal.

Tratamiento: Abordaje Integral basado en la Comprensión Cerebral

La neurociencia subraya que la esquizofrenia es una enfermedad tratable, y el manejo más eficaz suele ser una combinación de tratamientos. Los tratamientos biológicos, principalmente los fármacos antipsicóticos (neurolépticos), actúan sobre los sistemas de neurotransmisores cerebrales, especialmente la dopamina, para controlar los síntomas psicóticos. Los antipsicóticos atípicos, como la clozapina o risperidona, han ampliado las opciones terapéuticas y a menudo presentan un perfil de efectos secundarios diferente.

Sin embargo, dado que la enfermedad afecta no solo la química cerebral sino también la función cognitiva y la interacción social, los tratamientos psicológicos y sociales son fundamentales. La terapia cognoscitiva conductual puede ayudar a manejar síntomas específicos como las delusiones, mientras que las intervenciones psicosociales y la terapia familiar abordan el impacto de la enfermedad en la vida diaria y previenen recaídas, modulando la interacción entre el individuo vulnerable y su entorno.

Preguntas Frecuentes sobre la Neurociencia y Esquizofrenia

Aquí abordamos algunas preguntas comunes basadas en los hallazgos neurocientíficos:

¿Es la esquizofrenia puramente una enfermedad genética?

No, la esquizofrenia es multifactorial. Si bien existe una fuerte predisposición genética, el desarrollo de la enfermedad requiere la interacción de múltiples genes de riesgo con factores ambientales.

¿Qué partes del cerebro se ven más afectadas?

La neurociencia sugiere un compromiso funcional y estructural de los lóbulos frontal y temporal, incluyendo el hipocampo, así como los ganglios de la base.

¿Qué ocurre con la química cerebral en la esquizofrenia?

Una hipótesis prominente sugiere una hiperactividad del sistema dopaminérgico (aumento en la sensibilidad de receptores D2), especialmente relacionada con los síntomas positivos. También se investigan desequilibrios en serotonina y glutamato.

¿Puede el estrés o las drogas causar esquizofrenia?

En personas genéticamente vulnerables, el estrés severo o el consumo de ciertas sustancias pueden actuar como desencadenantes, precipitando la aparición de la enfermedad, pero no son la causa única.

¿Se hereda la esquizofrenia solo de uno de los padres?

Los genes de riesgo pueden ser transmitidos por cualquiera de los progenitores. La probabilidad de heredar estos genes depende de la genética individual de cada padre, no de su género.

Conclusiones desde la Neurociencia

La neurociencia ha arrojado luz significativa sobre la esquizofrenia, identificándola como un trastorno cerebral complejo con una base biológica sólida. Los hallazgos sobre alteraciones estructurales y funcionales en regiones como los lóbulos frontales y temporales, así como el papel crucial de los neurotransmisores, particularmente la dopamina, son fundamentales para comprender la enfermedad.

La investigación genética ha confirmado una fuerte predisposición genética, aunque la esquizofrenia no sigue un patrón de herencia simple y es influenciada por múltiples genes y la interacción con el entorno. Factores ambientales como infecciones, complicaciones perinatales, estrés y uso de sustancias pueden actuar como desencadenantes en individuos vulnerables.

A pesar de los avances, muchos aspectos de la fisiopatología y la generación de síntomas siguen siendo áreas activas de investigación. Sin embargo, esta comprensión neurocientífica ha permitido el desarrollo de tratamientos más efectivos, que combinan enfoques farmacológicos dirigidos a la neuroquímica cerebral con terapias psicológicas y sociales que abordan el impacto de la enfermedad en la cognición, el comportamiento y la interacción con el entorno. La esquizofrenia es una enfermedad tratable, y la investigación continua es esencial para mejorar el manejo y el pronóstico de quienes la padecen.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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