Does free will exist in psychology?

¿Libre Albedrío en la Psicología?

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La cuestión de si poseemos un auténtico libre albedrío ha sido un enigma que ha cautivado a filósofos, teólogos y, más recientemente, a científicos de la mente. Es una pregunta que toca la esencia misma de lo que significa ser humano: ¿somos agentes autónomos que toman decisiones conscientes, o son nuestras acciones el resultado inevitable de causas previas, como piezas en un complejo mecanismo cósmico?

En el ámbito de la psicología y la neurociencia, esta pregunta filosófica adquiere una nueva dimensión. No se trata solo de un ejercicio intelectual, sino de cómo entendemos la conducta humana, la responsabilidad, la motivación, el aprendizaje y hasta la naturaleza misma de la conciencia. Abordar el libre albedrío desde una perspectiva científica implica examinar los procesos cerebrales, las influencias ambientales y genéticas, y nuestra propia experiencia subjetiva de tomar decisiones.

What is the illusion of free will neuroscience?
The "Free Will Illusion" (Bruce Hood, 2012) - Psychologist Bruce Hood argues that free will is an illusion created by our brains to make sense of the world. He cites studies that show how people's perceptions of control over their actions are shaped by unconscious factors.Dec 5, 2024
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El Determinismo: Un Universo Causal

Una de las posturas fundamentales en este debate es el determinismo. Esta idea sostiene que cada evento que ocurre en el universo, sin excepción, es la consecuencia directa y necesaria de eventos anteriores, regidos por las leyes inmutables de la naturaleza. Desde la caída de una hoja hasta el pensamiento más complejo en la mente humana, todo sería el eslabón final de una cadena causal que se remonta al pasado.

Desde esta perspectiva, el estado actual del universo (incluyendo el estado de nuestro cerebro) determina completamente su estado futuro. No hay lugar para la indeterminación genuina o la elección no causada. Si conociéramos perfectamente todas las leyes de la naturaleza y el estado exacto del universo en un momento dado, podríamos, en principio, predecir con total precisión lo que ocurrirá después. Aunque los humanos no poseamos tal capacidad predictiva, la implicación es que el futuro ya está, en cierto sentido, fijado.

Dentro del determinismo, existe una variante particularmente relevante para el debate del libre albedrío: el determinismo duro. Esta postura no solo afirma que todo está determinado, sino que, además, concluye que el libre albedrío, tal como lo entendemos intuitivamente (como la capacidad de haber elegido de otra manera en las mismas circunstancias), simplemente no existe. Si nuestras acciones son la consecuencia inevitable de causas ajenas a nuestro control último (como nuestra genética, nuestro entorno, las leyes físicas), entonces la idea de una elección verdaderamente libre es una ilusión.

En psicología, una visión fuertemente determinista podría argumentar que la conducta humana está determinada por factores como los impulsos biológicos, las experiencias de aprendizaje (condicionamiento), las influencias sociales, las estructuras de personalidad formadas en la infancia o la actividad neuroquímica del cerebro. Desde esta óptica, entender el comportamiento implica desentrañar la compleja red de causas subyacentes, no apelar a una misteriosa facultad de "libre elección".

El Libertarismo Filosófico: La Afirmación del Libre Albedrío

En el extremo opuesto del espectro filosófico se encuentra el libertarismo. Es crucial distinguir este uso del término de su significado político. En el contexto del debate sobre el libre albedrío, un libertario es alguien que cree genuinamente en la existencia de la libertad de voluntad porque no acepta la premisa del determinismo universal aplicado a la acción humana. Para el libertario, al menos algunas de nuestras acciones no están completamente determinadas por eventos pasados y las leyes naturales; existe un punto en el que el individuo, el "yo", ejerce una agencia causal que no es reducible a cadenas causales anteriores.

El libertarismo sostiene que, ante una decisión, una persona libre podría haber elegido cualquiera de varias opciones disponibles, incluso si todas las condiciones externas e internas (su estado cerebral, su historia, su entorno) fueran exactamente las mismas. Esta capacidad de "poder haber actuado de otra manera" es central para la concepción libertaria del libre albedrío.

Desde una perspectiva libertaria, la experiencia subjetiva de tomar decisiones, de deliberar entre opciones y sentir que somos nosotros quienes finalmente inclinamos la balanza, es vista como evidencia de una libertad real. En psicología, una visión libertaria podría alinearse con enfoques que enfatizan la agencia personal, la autodeterminación, la capacidad de trascender las limitaciones del pasado o del entorno, y la importancia de la intención y la voluntad consciente en la dirección de la conducta.

La Perspectiva de la Psicología y la Neurociencia

¿Cómo abordan la psicología y la neurociencia este antiguo debate? No existe una respuesta única y consensuada dentro de estas disciplinas, pero sí ofrecen herramientas y hallazgos que informan la discusión.

La psicología, en sus diversas corrientes, ha lidiado con la tensión entre determinar las causas de la conducta y reconocer la experiencia de la agencia. Corrientes como el conductismo clásico tendieron a un fuerte determinismo ambiental, viendo el comportamiento como una respuesta condicionada a estímulos. Otras, como la psicología humanista (Rogers, Maslow), pusieron un gran énfasis en la autodeterminación, el potencial de crecimiento y la libertad para elegir el propio camino.

La psicología cognitiva estudia los procesos mentales involucrados en la toma de decisiones, la planificación y la volición. Si bien identifica los sesgos cognitivos, la influencia de la memoria o la atención en nuestras elecciones, también modela procesos de deliberación que, desde una perspectiva subjetiva, se sienten libres.

La neurociencia, por su parte, busca las bases neuronales de la decisión y la acción. Los estudios pioneros de Benjamin Libet en la década de 1980, que mostraban actividad cerebral preparatoria (el "potencial de preparación") antes de que los sujetos fueran conscientes de su intención de moverse, a menudo se interpretaron como evidencia contra el libre albedrío: el cerebro parecía haber "decidido" antes de que la persona tuviera la sensación consciente de decidir. Sin embargo, estas interpretaciones son muy controvertidas. Investigaciones posteriores han matizado estos hallazgos, sugiriendo que el potencial de preparación podría reflejar la preparación de una acción posible, no una decisión final e irrevocable.

Áreas cerebrales como la corteza prefrontal están implicadas en la planificación, la evaluación de opciones, el control inhibitorio y la toma de decisiones complejas. El estudio de pacientes con daño en estas áreas muestra cómo las alteraciones neuronales pueden impactar drásticamente la capacidad de tomar decisiones racionales y controlar impulsos, lo que sugiere que, si existe el libre albedrío, está intrínsecamente ligado a la función cerebral.

Muchos neurocientíficos y psicólogos adoptan posturas que intentan conciliar una visión científica del mundo (que busca causas) con nuestra intuición de agencia. Algunas ideas incluyen:

  • Compatibilismo: La idea de que el libre albedrío es compatible con el determinismo. Desde esta visión, ser libre no significa actuar sin causas, sino actuar de acuerdo con los propios deseos, razones y carácter, sin coacción externa. Una acción es libre si el agente la realiza porque quiere realizarla, incluso si ese querer está determinado por factores previos.
  • Libre albedrío como gradiente: Quizás el libre albedrío no es una capacidad de todo o nada, sino algo que poseemos en mayor o menor grado, dependiendo de factores como la madurez cerebral, la salud mental, la ausencia de coacciones externas, la capacidad de reflexión, etc.
  • El papel de la consciencia: Aunque las decisiones puedan tener precursores inconscientes, la consciencia podría jugar un papel crucial en la deliberación, la planificación a largo plazo, la evaluación moral y la capacidad de revisar y modificar nuestras intenciones.

Tabla Comparativa: Determinismo vs. Libertarismo (en el Contexto del Libre Albedrío)

CaracterísticaDeterminismoLibertarismo
Premisa CentralTodo evento (incluida acción humana) es causado por eventos previos y leyes naturales.Al menos algunas acciones humanas no están completamente determinadas; hay agencia genuina.
Relación con el Libre Albedrío (Duro)El libre albedrío (capacidad de haber actuado de otra manera) no existe.El libre albedrío (capacidad de haber actuado de otra manera) existe.
Visión de la ElecciónLa elección es la consecuencia inevitable de procesos causales.La elección es un acto de agencia que no está completamente predeterminado.
Implicación en PsicologíaÉnfasis en identificar causas (genéticas, ambientales, neurales) de la conducta.Énfasis en la agencia, la autodeterminación, la capacidad de trascender causas.
'Poder haber actuado de otra manera'No es posible, dadas las mismas condiciones exactas.Es posible, incluso dadas las mismas condiciones exactas.

Preguntas Frecuentes sobre el Libre Albedrío y la Psicología

¿La neurociencia ha probado que el libre albedrío no existe?

No, la neurociencia no ha "probado" definitivamente que el libre albedrío no exista. Experimentos como los de Libet plantean preguntas importantes sobre el papel de la consciencia en la toma de decisiones, pero su interpretación es objeto de intenso debate. La relación entre la actividad cerebral inconsciente y la experiencia consciente de la voluntad es muy compleja y aún no se comprende completamente.

Si nuestras acciones están determinadas, ¿somos responsables de ellas?

Esta es una de las mayores implicaciones del debate. Si el determinismo duro es cierto, la noción tradicional de responsabilidad moral y legal (basada en la idea de que podríamos haber elegido no hacer algo) se complica enormemente. Sin embargo, los compatibilistas argumentan que la responsabilidad puede basarse en si la acción provino de los deseos e intenciones del agente, independientemente de si esos deseos estaban determinados.

¿La creencia en el libre albedrío afecta nuestra psicología?

Sí. Las investigaciones en psicología social sugieren que creer en el libre albedrío está asociado con comportamientos más prosociales, mayor esfuerzo y persistencia, y un sentido más fuerte de responsabilidad personal. Por el contrario, debilitar la creencia en el libre albedrío puede, en algunos contextos, llevar a una disminución del esfuerzo y un aumento de la conducta menos ética.

¿Es el libre albedrío lo mismo que la aleatoriedad?

No. El libertarismo no postula que nuestras acciones sean aleatorias o caprichosas. Postula que son causadas por el agente (la persona), no simplemente por cadenas causales anteriores que escapan al control último del agente. Una elección libre, en este sentido, sería una elección con sentido, basada en razones, deseos y carácter, pero donde el resultado final no estaba preordenado.

Conclusión

El debate sobre la existencia del libre albedrío en psicología y neurociencia es profundo y multifacético. Si bien el determinismo presenta un marco causal potente para entender muchos aspectos de la conducta humana, nuestra experiencia subjetiva y la necesidad de conceptos como la responsabilidad y la agencia personal mantienen vivo el atractivo del libertarismo o de posturas compatibilistas.

La ciencia, particularmente la neurociencia, continúa explorando los mecanismos cerebrales subyacentes a la toma de decisiones, aportando datos fascinantes que desafían nuestras intuiciones y refinan las preguntas filosóficas. Sin embargo, determinar si esas decisiones son, en última instancia, genuinamente libres o inevitablemente causadas sigue siendo uno de los grandes misterios que la psicología y la neurociencia abordan con humildad y rigor científico.

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Jesús Porta Etessam

Soy licenciado en Medicina y Cirugía y Doctor en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Me formé como especialista en Neurología realizando la residencia en el Hospital 12 de Octubre bajo la dirección de Alberto Portera y Alfonso Vallejo, donde también ejercí como adjunto durante seis años y fui tutor de residentes. Durante mi formación, realicé una rotación electiva en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.Posteriormente, fui Jefe de Sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y actualmente soy jefe de servicio de Neurología en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Tengo el honor de ser presidente de la Sociedad Española de Neurología, además de haber ocupado la vicepresidencia del Consejo Español del Cerebro y de ser Fellow de la European Academy of Neurology.A lo largo de mi trayectoria, he formado parte de la junta directiva de la Sociedad Española de Neurología como vocal de comunicación, relaciones internacionales, director de cultura y vicepresidente de relaciones institucionales. También dirigí la Fundación del Cerebro.Impulsé la creación del grupo de neurooftalmología de la SEN y he formado parte de las juntas de los grupos de cefalea y neurooftalmología. Además, he sido profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid durante más de 16 años.

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